Un navío pirata navega
tranquilamente en alta mar cuando de pronto el vigía grita desde lo alto:
—¡Capitán, capitán!
¡Se aproxima un buque de guerra con bandera inglesa a babor!
—¡Arriad la velas! ¡Desplegad
la enseña pirata! ¡Todos a sus puestos de combate! Y traedme mi camisa roja.
Se entabla una batalla
feroz y al cabo de veinte minutos ganan los piratas.
Dos días después el
vigía grita:
—¡Capitán, capitán!
¡Se aproxima un buque de guerra con bandera española a estribor!
El capitán, que estaba
echándose la siesta, se levanta y ordena:
—¡Arriad la velas! ¡Desplegad
la enseña pirata! ¡Todos a sus puestos de combate! Y traedme mi camisa roja.
Se entabla otra feroz
batalla y a los treinta minutos ganan los piratas.
Un día un marinero se
acerca al capitán y le dice:
—Capitán, gracias a
usted hemos ganado todas las batallas y nos hemos hecho ricos en la mar, y le
estamos muy agradecidos por ello, pero hay una duda que me corroe. Cada vez que
se acerca un buque enemigo usted ordena que se arríen las velas, se despliegue
la enseña pirata y nos pongamos en disposición de entrar en combate. Todo eso
está muy bien. Lo que no acabo de entender es lo de la camisa roja.
El capitán le
responde.
—Como sé que eres
hombre de confianza, te lo diré, pero que quede entre nosotros. Por propia
experiencia ya sabrás que la sangre es roja, y si durante la batalla soy
herido, al ponerme una camisa roja la sangre no se nota. De esa manera la
tripulación no se desmoraliza y continúa combatiendo hasta la victoria final.
—Qué gran idea,
capitán. Veo que con usted estamos en buenas manos.
—Gracias.
Tres días después el
vigía, alarmado, grita desde lo alto del palo mayor:
—¡Capitán, capitán!
¡Se aproxima a babor un buque de guerra con bandera inglesa, a estribor otro
con bandera española, a proa otro con bandera holandesa, y a popa otro con
bandera desconocida!
El capitán, que estaba
leyendo un cómic tumbado en su hamaca, se incorpora, se rasca la cabeza y dice:
—Está bien. En este
caso habrá que cambiar las órdenes. ¡Arriad las velas! ¡Desplegad la enseña
pirata! ¡Todos a sus puestos de combate! Y… traedme mis pantalones marrones.
¡Jajajaja!
ResponderEliminarMuy buenooo!!!