Un verano, durante las
fiestas de un pueblo, se decide convocar un concurso de cetrería. Se presentan
tres candidatos: uno traía un águila, otro un halcón y otro un loro.
El primero en iniciar
la demostración fue el que traía el águila. El hombre se sube a una plataforma de madera
que habían instalado en medio de la plaza, le quita la capucha al águila y la
lanza por los aires. A continuación se saca una pajita del bolsillo, la parte
en cuatro trozos y los deja flotando en el aire. Desde las alturas, el águila
desciende en picado a una velocidad de 200 kilómetros por hora, pasa a ras de
suelo y atrapa los cuatro trozos. La gente aplaude entusiasmada y el jurado le da 10 puntos
El segundo participante
hace lo mismo con el halcón. Éste desciende a una velocidad de 100 kilómetros
por hora, pero sólo atrapa tres trozos. La gente aplaude con un poco menos de entusiasmo y el jurado le
da 8 puntos.
Por último se acerca
el que traía al loro, y por el camino éste va diciendo:
—¿Me quieres quitar
esta mierda de capucha que no veo ni torta?
El concursante le
quita la capucha, lanza al loro por los aires, parte la pajita en cuatro trozos
y los suelta. El loro desciende a una velocidad de 15 kilómetros por hora
mientras grita:
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