El Club de Amigos de
los Chistes se reunía cada viernes por la tarde para echarse unas risas. Como
ya se sabían todos los chistes de memoria los tenían numerados. De esa manera
no hacía falta contarlos, bastaba con decir el número correspondiente y los demás
miembros ya sabían de qué se trataba.
Ese vienes uno de los
más chistosos se arranca con un:
—¡Dieciocho!
Y los demás miembros
se parten de risa.
Otro salta:
—¡Veintisiete!
Y todos se
desternillan.
Otro grita:
—¡Nueve!
Y los socios se
carcajean a sus anchas.
Aquel día se había
incorporado un nuevo miembro, y para probar suerte dice:
—¡Catorce!
Se produce un silencio
sepulcral. Algunos miembros le miran mal. Otros le miran con condescendencia.
El resto le odia directamente.
El novato empieza a
dudar que el chiste número catorce exista o peor aún, que haga referencia a una
oración fúnebre o a una receta de cocina del siglo XIV, y empieza a ponerse
colorado a más no poder.
En esto que uno de los
miembros más veteranos, que se sentaba detrás, le da unos golpecitos en el
hombro.
—Compañero —le
advierte con severidad—, la gracia no está en el chiste, sino en cómo se
cuenta.
Que bueno asi se vive con alegría y yo que levanto contenta y feliz de tener tan buena familia y amigos , y muy buenos chistes que no me falten pues el Escritor Lucas Claudin Di Fidio es mi preferido, en todo lo que escribe, Teresa Miñana Roig,
ResponderEliminarEres muy amable. Muchas gracias.
Eliminar