domingo, 19 de febrero de 2023

El abogado

El abogado

     Un abogado recién licenciado acaba de abrir un bufete y le pide al conserje del inmueble que le avise cada vez que llegue un nuevo cliente. El conserje accede y unos minutos después le advierte por el interfono:
—Señor abogado. Hay aquí alguien que quiere verle. 
—De acuerdo, dígale que suba.
     El abogado deja la puerta entreabierta, se ajusta el nudo de la corbata, se alisa el pelo ante el espejo, se sienta tras el escritorio, descuelga el teléfono y finge hallarse inmerso en una conversación profesional con un importante cliente imaginario. Cuando el cliente real aparece por la puerta, le indica con un gesto mundano que tome asiento, sin dejar de hablar. 
     Tras quince minutos de palique, en los que hace gala de toda su sapiencia jurídica para impresionar al visitante, termina con un:
—Tú déjalo en mis manos que yo me encargo de todo.
     Cuelga el teléfono y se dirige al visitante con la mejor de sus sonrisas.
—Dígame, ¿en qué puedo serle útil?
—A mí en nada. Yo sólo venía a conectar los cables del teléfono.



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